Hace meses
tengo atragantado este post y la verdad es que llegó el día de mandar todo al
tacho y sentarme a escribir sobre… ¿Por qué a las mujeres nos cuesta tanto
decir la verdad a otras mujeres? ¿Por qué la sociedad nos miente tanto?
Ódienme si
quieren, pero sinceramente es como que estoy cansada de vivir en este
imaginario colectivo de que todas debemos ser perfectas, todo el tiempo vivimos
frustradas por causas que llenan una lista de un año luz de extensión. De que todas estamos sensibles a causa de
síndrome pre menstrual, de que somos acomplejadas, de que estamos gordas, de
que nuestros pechos, traseros o caderas no son lo suficientemente grandes o
demasiado grandes, de que no somos perfectas, de que no llenamos los parámetros
o estándares de belleza actual, de que el eterno novio no nos pide aún
matrimonio o de que no estamos satisfechas con nuestra vida sexual. A diablo
con todo eso y con cada maldita ocasión en que tengo que poner un filtro en mi
boca para no tener que escupir todo lo que pienso o siento en ese momento para
no “herir susceptibilidades”.
¿Por qué a
las mujeres nos molesta tanto que nos digan la verdad? ¿Por qué creemos todo lo
que nos dicen las revistas y la televisión?
¿Por qué
tenemos que llevar todas nuestras metas y pretensiones a lo que la sociedad nos
impone?
¿Por qué
tenemos que vivir sumidas en un mundo de hipocresía por miedo a decir o hacer
algo que “socialmente” no es correcto?
¿Acaso
decir mentiras es correcto?
Amigas del
mundo, despierten y dejen de comportase como alienadas, aprendamos a convivir
con la realidad de nuestras vidas y nuestros cuerpos y dejemos de perseguir
metas que proponen las revistas comerciales que alejan a nuestras mentes de la
verdad.
Abramos los
ojos, destapemos nuestros cerebros y comencemos a alimentarnos de lo que somos
nosotras mismas, somos mujeres, somos amigas, madres, emprendedoras, hermanas,
tías, novias, esposas, damos vida al mundo, damos color y damos amor. Que nos
respeten como tal y dejen de tenernos como objeto sexual, objeto decorativo de
eventos, como trofeos masculinos, como sirvientas, como sumisas, como seres
humanos inferiores e irracionales.
Bueno
chicas, les advierto, este post va a ser largo y va a constar de dos partes,
las tuve abandonada un tiempo, así que ténganme paciencia en esta ocasión.
La primera
parte trata de “Cómo nos miente la sociedad con productos pre fabricados para estandarizar
pensamientos femeninos y dejarnos como robots ante el machismo imperante”
Estaba
haciendo una comparación (sé que no soy la única mujer que lo ha hecho, así que
no pretendo quedarme con los créditos), entre revistas femeninas y masculinas,
líneas editoriales, entrevistas, diseños de tapa, fotografías y un montón de
factores que influyen a la hora de dejarnos como estúpidas.
Acaso
alguna vez leyeron en una revista masculina titulares cómo:
“Cómo
sorprender a tu novia por los 3 meses de noviazgo”
“Cómo
satisfacer a tu novia en la cama una noche de estrellas (¿?)”
“Cómo
preparar un postre bajo en calorías sin que se dé cuenta para que no se sienta
gorda”
O tapas de revistas masculinas que tengan a
mujeres con pechos pequeños, narices anchas, cinturas de abeja y sin retoques…
¡NO EXISTE
SEMEJANTE CONTENIDO!
Pero en
cambio, nos pasamos leyendo diariamente contenidos
pedorros como:
“Cómo
sorprender a tu chico en el primer mes de noviazgo con velas aromáticas y una
tanga comestible”
“Cómo hacer
que tu novio deje de mirar a sus amigas”
“Cómo hacer
que te pida matrimonio sin que se dé cuenta”
Y vivimos
pendientes de que tenemos que rellenar un escote para ser el centro de atención
cuando no somos capaces de generar una conversación profunda que no mueva
solamente el interior de la bragueta del hombre si no que en realidad le mueva
el corazón.
Vivimos
pendientes de que todas nuestras amigas ya se están casando y nosotras seguimos
pendientes de que se habilite el tren que está frente a la Plaza Uruguaya para
conformarnos de que aunque sea ése es el último al que subiremos en nuestras
vidas…
Entonces
recurrimos a llenar nuestro vacío existencial con tips ridículos y nos mandamos
cada metida de pata, en vez de percatarnos del verdadero error que estamos
cometiendo con nuestras vidas…
¿Por qué
nuestras vidas tienen que girar en torno a un hombre?
¿En torno a lo que la gente espera de nosotras?
¿Y lo que
la vida realmente espera de nosotras a quién le importa?
La gente
espera a que seamos altas, de piel tersa, blancas sin manchas en el rostro como
si viviéramos en un eterno invierno boreal, de cabello largo, sedoso, sin
puntas partidas, de ser posible lacio y medio rubio, labios gruesos, narices
finas, manos suaves y dientes perfectamente blanqueados, con el trasero duro y
levantado sin estrías ni piel de naranja, como si fuera que el chipa guazú y la
sopa paraguaya no forman parte de las 7 maravillas culinarias inventadas por el
ser humano. Esperan que una vez que completemos con esos requisitos
incorporados a nuestras vidas por los debilitadores sociales, lleguemos a
nuestras casas y el piso brille y huela a lavanda, la comida esté calentita
sobre la mesa, las camisas lavadas y planchadas, los hijos y las mascotas estén
bañados, cepillados, cenados y acostados, evidentemente después de haberles
leído e interpretado un hermoso cuento, previamente hechas todas las tareas
escolares, haber quemado todas las grasas consumidas en el gimnasio llevando a
la par la carrera profesional.
¿En qué
momento chicas nos convertimos en un monstruo?
¿En qué
momento permitimos que nos digan lo que tenemos que hacer con nuestras vidas?
Habiendo
cumplido a rajatabla con toda la odisea de lo que implica ser mujer “en estos
tiempos” (como si fuera que anteriormente le fue fácil a las demás), también tenemos
tiempo para estar pendientes de que nuestra pareja decida suspender sus jueves
de fútbol con los exa, los viernes de asado con los muchachos, los sábados de
pikivoley y los domingos de ir a la cancha, nos quebramos en llano encerradas
en el baño imaginando de que no somos importante en la vida de ellos, cuando
ellos simplemente hacen lo que se les viene en gana.
¿Y dónde
están los jueves de ex compañeras, los viernes de amigas, los sábados de primas
y los domingos de nosotras mismas?
Pero cuando
hacemos uso de nuestra licencia y nos reunimos con las amigas, inicia el show.
Y aquí
inicia la segunda parte de este post, que trata de lo realmente podrida que me
tienen y me tengo a mí misma con las boludeces pseudo existenciales:
Si las
mujeres atravesamos por algún momento de crisis y deseamos comentárselos a
nuestras amigas tenemos dos opciones: Escuchar los consejos y elegir aunque sea
uno y llevarlo a la práctica por más que estemos destinadas a tropezar siempre
con la misma piedra o callarnos y hacer los que nos venga en gana.
Es ahí
cuando las mentiras comienzan a salir…
Así como
nos prometemos a nosotras mismas no volver a cometer el mismo error y aquí les
facilito una larga lista de errores habituales:
-
Prometo
no volverlo a llamar cuando esté borracha.
-
Prometo
no stalkear sus perfiles en las chorrocientas redes sociales.
-
Prometo
no concurrir a los lugares que él concurre hasta que esté preparada
psicológicamente para enfrentarlo y que eso implique encontrarlo con otra mujer
u hombre.
-
Prometo
bajar de peso y cuando llegue a mi peso ideal prometo no volver a comer como
condenada a la silla eléctrica, no solo por mi bien, si no por mi salud.
-
Prometo
no dar el primer paso en un “proceso de levante” para luego hacerme la ofendida
cuando el tipo insinúa “algo más” si en realidad es eso lo que quiero de
entrada.
-
Prometo
no ofenderme si en su celular encuentro fotos de modelos desnudas o semi
desnudas que se intercambian con los chicos de wa, cuando en realidad yo
también hago lo mismo.
-
Prometo
eliminar su número de celular, de mis redes, de mi wa, Facebook, Twitter,
linkedin, badoo y sónico, hasta del orkut eh…
-
Prometo
no enojarme con mis amigas cuando me dicen que deje al novio que me puso los
cuernos y enojarme con él realmente aunque el tipo me jure por el guiso de
arroz de su santa madre que es inocente, eso hacen TODOS.
-
Prometo
no dejar en bola a mis amigas cuando me ponga de novia.
-
Y
en caso de que las deje en bolas por meses enteros o año por estar detrás de un
tipo y éste me de una patada, no aparecer junto a ellas para agobiarlas con mis
historias de agonía romántica.
Así como la sociedad nos también nos miente, con su doble moral, con su contenido sometedor, también
somos conscientes de que nosotras nos mentimos mucho más porque estas promesas
no las cumpliremos jamás, porque preferimos cerrar los ojos y taparnos los oídos solo para terminar abriendo la boca y decir lo que los demás nos dicen lo que tenemos que decir, hacer y soñar.
Pero qué tal si comenzamos a cambiar y hacemos
lo que queremos en verdad.
Qué tal si miramos hacia arriba y nos ponemos como límite atravesar el universo.