viernes, 19 de julio de 2013

Las mujeres y la mentira



Hace meses tengo atragantado este post y la verdad es que llegó el día de mandar todo al tacho y sentarme a escribir sobre… ¿Por qué a las mujeres nos cuesta tanto decir la verdad a otras mujeres? ¿Por qué la sociedad nos miente tanto?

Ódienme si quieren, pero sinceramente es como que estoy cansada de vivir en este imaginario colectivo de que todas debemos ser perfectas, todo el tiempo vivimos frustradas por causas que llenan una lista de un año luz de extensión.  De que todas estamos sensibles a causa de síndrome pre menstrual, de que somos acomplejadas, de que estamos gordas, de que nuestros pechos, traseros o caderas no son lo suficientemente grandes o demasiado grandes, de que no somos perfectas, de que no llenamos los parámetros o estándares de belleza actual, de que el eterno novio no nos pide aún matrimonio o de que no estamos satisfechas con nuestra vida sexual. A diablo con todo eso y con cada maldita ocasión en que tengo que poner un filtro en mi boca para no tener que escupir todo lo que pienso o siento en ese momento para no “herir susceptibilidades”.

¿Por qué a las mujeres nos molesta tanto que nos digan la verdad? ¿Por qué creemos todo lo que nos dicen las revistas y la televisión?

¿Por qué tenemos que llevar todas nuestras metas y pretensiones a lo que la sociedad nos impone?

¿Por qué tenemos que vivir sumidas en un mundo de hipocresía por miedo a decir o hacer algo que “socialmente” no es correcto?

¿Acaso decir mentiras es correcto?

Amigas del mundo, despierten y dejen de comportase como alienadas, aprendamos a convivir con la realidad de nuestras vidas y nuestros cuerpos y dejemos de perseguir metas que proponen las revistas comerciales que alejan a nuestras mentes de la verdad.

Abramos los ojos, destapemos nuestros cerebros y comencemos a alimentarnos de lo que somos nosotras mismas, somos mujeres, somos amigas, madres, emprendedoras, hermanas, tías, novias, esposas, damos vida al mundo, damos color y damos amor. Que nos respeten como tal y dejen de tenernos como objeto sexual, objeto decorativo de eventos, como trofeos masculinos, como sirvientas, como sumisas, como seres humanos inferiores e irracionales.

Bueno chicas, les advierto, este post va a ser largo y va a constar de dos partes, las tuve abandonada un tiempo, así que ténganme paciencia en esta ocasión.

La primera parte trata de “Cómo nos miente la sociedad con productos pre fabricados para estandarizar pensamientos femeninos y dejarnos como robots ante el machismo imperante”

Estaba haciendo una comparación (sé que no soy la única mujer que lo ha hecho, así que no pretendo quedarme con los créditos), entre revistas femeninas y masculinas, líneas editoriales, entrevistas, diseños de tapa, fotografías y un montón de factores que influyen a la hora de dejarnos como estúpidas.
Acaso alguna vez leyeron en una revista masculina titulares cómo:

“Cómo sorprender a tu novia por los 3 meses de noviazgo”
“Cómo satisfacer a tu novia en la cama una noche de estrellas (¿?)”
“Cómo preparar un postre bajo en calorías sin que se dé cuenta para que no se sienta gorda”

O  tapas de revistas masculinas que tengan a mujeres con pechos pequeños, narices anchas, cinturas de abeja y sin retoques…

¡NO EXISTE SEMEJANTE CONTENIDO!

Pero en cambio,  nos pasamos leyendo diariamente contenidos pedorros como:

“Cómo sorprender a tu chico en el primer mes de noviazgo con velas aromáticas y una tanga comestible”
“Cómo hacer que tu novio deje de mirar a sus amigas”
“Cómo hacer que te pida matrimonio sin que se dé cuenta”

Y vivimos pendientes de que tenemos que rellenar un escote para ser el centro de atención cuando no somos capaces de generar una conversación profunda que no mueva solamente el interior de la bragueta del hombre si no que en realidad le mueva el corazón.

Vivimos pendientes de que todas nuestras amigas ya se están casando y nosotras seguimos pendientes de que se habilite el tren que está frente a la Plaza Uruguaya para conformarnos de que aunque sea ése es el último al que subiremos en nuestras vidas…

Entonces recurrimos a llenar nuestro vacío existencial con tips ridículos y nos mandamos cada metida de pata, en vez de percatarnos del verdadero error que estamos cometiendo con nuestras vidas…

¿Por qué nuestras vidas tienen que girar en torno a un hombre?
¿En  torno a lo que la gente espera de nosotras?
¿Y lo que la vida realmente espera de nosotras a quién le importa?

La gente espera a que seamos altas, de piel tersa, blancas sin manchas en el rostro como si viviéramos en un eterno invierno boreal, de cabello largo, sedoso, sin puntas partidas, de ser posible lacio y medio rubio, labios gruesos, narices finas, manos suaves y dientes perfectamente blanqueados, con el trasero duro y levantado sin estrías ni piel de naranja, como si fuera que el chipa guazú y la sopa paraguaya no forman parte de las 7 maravillas culinarias inventadas por el ser humano. Esperan que una vez que completemos con esos requisitos incorporados a nuestras vidas por los debilitadores sociales, lleguemos a nuestras casas y el piso brille y huela a lavanda, la comida esté calentita sobre la mesa, las camisas lavadas y planchadas, los hijos y las mascotas estén bañados, cepillados, cenados y acostados, evidentemente después de haberles leído e interpretado un hermoso cuento, previamente hechas todas las tareas escolares, haber quemado todas las grasas consumidas en el gimnasio llevando a la par la carrera profesional.

¿En qué momento chicas nos convertimos en un monstruo?
¿En qué momento permitimos que nos digan lo que tenemos que hacer con nuestras vidas?

Habiendo cumplido a rajatabla con toda la odisea de lo que implica ser mujer “en estos tiempos” (como si fuera que anteriormente le fue fácil a las demás), también tenemos tiempo para estar pendientes de que nuestra pareja decida suspender sus jueves de fútbol con los exa, los viernes de asado con los muchachos, los sábados de pikivoley y los domingos de ir a la cancha, nos quebramos en llano encerradas en el baño imaginando de que no somos importante en la vida de ellos, cuando ellos simplemente hacen lo que se les viene en gana.

¿Y dónde están los jueves de ex compañeras, los viernes de amigas, los sábados de primas y los domingos de nosotras mismas?

Pero cuando hacemos uso de nuestra licencia y nos reunimos con las amigas, inicia el show.


Y aquí inicia la segunda parte de este post, que trata de lo realmente podrida que me tienen y me tengo a mí misma con las boludeces pseudo existenciales:

Si las mujeres atravesamos por algún momento de crisis y deseamos comentárselos a nuestras amigas tenemos dos opciones: Escuchar los consejos y elegir aunque sea uno y llevarlo a la práctica por más que estemos destinadas a tropezar siempre con la misma piedra o callarnos y hacer los que nos venga en gana.

Es ahí cuando las mentiras comienzan a salir…

Así como nos prometemos a nosotras mismas no volver a cometer el mismo error y aquí les facilito una larga lista de errores habituales:

-          Prometo no volverlo a llamar cuando esté borracha.
-          Prometo no stalkear sus perfiles en las chorrocientas redes sociales.
-          Prometo no concurrir a los lugares que él concurre hasta que esté preparada psicológicamente para enfrentarlo y que eso implique encontrarlo con otra mujer u hombre.
-          Prometo bajar de peso y cuando llegue a mi peso ideal prometo no volver a comer como condenada a la silla eléctrica, no solo por mi bien, si no por mi salud.
-          Prometo no dar el primer paso en un “proceso de levante” para luego hacerme la ofendida cuando el tipo insinúa “algo más” si en realidad es eso lo que quiero de entrada.
-          Prometo no ofenderme si en su celular encuentro fotos de modelos desnudas o semi desnudas que se intercambian con los chicos de wa, cuando en realidad yo también hago lo mismo.
-          Prometo eliminar su número de celular, de mis redes, de mi wa, Facebook, Twitter, linkedin, badoo y sónico, hasta del orkut eh…
-          Prometo no enojarme con mis amigas cuando me dicen que deje al novio que me puso los cuernos y enojarme con él realmente aunque el tipo me jure por el guiso de arroz de su santa madre que es inocente, eso hacen TODOS.
-          Prometo no dejar en bola a mis amigas cuando me ponga de novia.
-          Y en caso de que las deje en bolas por meses enteros o año por estar detrás de un tipo y éste me de una patada, no aparecer junto a ellas para agobiarlas con mis historias de agonía romántica.

Así como la sociedad nos también nos miente, con su doble moral, con su contenido sometedor, también somos conscientes de que nosotras nos mentimos mucho más porque estas promesas no las cumpliremos jamás, porque preferimos cerrar los ojos y taparnos los oídos solo para terminar abriendo la boca y decir lo que los demás nos dicen lo que tenemos que decir, hacer y soñar. 

Pero qué tal si comenzamos a cambiar y hacemos lo que queremos en verdad. 
Qué tal si miramos hacia arriba y nos ponemos como límite atravesar el universo.