viernes, 10 de abril de 2009

Me fumo un pucho para matar las neuronas que no me ayudan en nada.
Mi vida tuvo un giro existencial hace unos quince días, y mi cerebro quemó bulbo.
Quemó neuronas, quemó fusibles, se quemó todo.
Estoy perdida, sin rumbo, sin mapa, sin horizonte, sin metas nuevas, sin motivación, sin sueños por realizar a corto plazo.
La sinceridad de mi ser se ha vuelto cruel, y mentirosa a la vez.
Callo por que debo callar y me trago los tragos amargos de esta transición.
Extraña situación.
Mi vida tenía un antes y un después, un "Antes de" y un "Después de".
Y en este: "Después del Después de", me encuentro a oscuras, con las manos intentando atrapar algo en el aire, amordazada y con los ojos vendados, oliendo la nada, respirando en el agua.
Estoy perdida.
No encuentro la salida.
Me fumo otro por la vida que me toca, haciendo que el humo que inunda mis pulmones me hagan esta existencia más corta, me ahorro problemas, me ahorro mentiras, me ahorro vueltas.