sábado, 24 de julio de 2010

Santularia


En la semana de amistad, se me ocurre hablar de las amigas que nunca quise tener, pero me tocó soportarlas.
En la época de colegio, tuve una compañera un poquito especial, para no decir inmensamente insoportable. Lo que comúnmente se llama: una mosquita muerta.
Es cierto que nunca me destaqué por ser una buena alumna, o un ejemplo para la sociedad, todo lo contrario, siempre estaba allí gritando obsenidades al primero que moleste.
Resulta que esta compañera tan peculiar, se me acercaba todos los días para preguntarme que se sentía besarle a alguien, o cómo se sentía cuando te gustaba un hombre, o cómo debía una tomar la iniciativa para declararse a alguien.
Y yo, boba hasta el extremo le ayudaba dándole consejos para que de una vez por todas le diga al gordo en cuestión: "Che gordo... se me cae la bombacha por vos", o algo por el estilo.
Cuando yo decía frases como esa, podía ver en su rostro una leve coloración rojiza, y me decía: - Anita, cómo podés decir esas cosas Dios mío - a lo que le respondía: Y no sé boluda, par aqué me preguntás, si alguien te gusta le decís y ya.
En fin... ella nunca se decidía a declararse al compañero gordo, que a mi me parecía un imbécil.
Recuerdo que tuvimos una conversación entre chicas y las compañeras todas inocentontas comentaban que alguna vez vieron un pene, o rozaron alguno sin querer, o pelotudeces acordes a esa etapa de la adolescencia. Y todas decían: "seee, yo una vez rocé uno en la cantina y el tipo puso cara de ñembotavy" - "una vez pasé por el baño de los varones y vi cuando uno se estaba acomodando" . "la semana pasada ví una película y el tipo la tenía así de grande" - y la purísima compañera dijo: Paren ya! eso no puedo escuchar!, y se levantó y se fue. Entonces una compañera dice: Qué puta na esa va aponerse colorada, seguro llega a su casa y saca el vibrador bajo la cama.
Y todos los días me rompía los ovarios con frases como: "No me animo", "Me gusta pero siento que no estoy preparada para tener novio", "Tengo miedo de perder la virginidad", "Me gusta pero...".
El gordito este estaba ilusionado con la mersa esta y todos los perros del colegio le decían: Boludo pero es fea.
Resulta que la fea un día aparece toda colorada cual tomate y me dice: Me gusta fulano, ayer apretamos y sé lo que es un beso con lengua, luego apretamos en el sofá y pude sentir sus bolas duras y redondas y me encanta.
Y yo: Muda, anondada, y por primera vez en mi vida... colorada.
Lo que es que el gordito terminó con el corazón roto, la tipa le había ilusionado tanto con tal de alimentar su santulario ego, hasta que encontró uno que le afloje la bombacha. Y yo terminé dándome cuenta de que ninguna mujer es santa. Y mucho menos las que simulan ser calladas.