Ver a una abuela, toda canosa, bailando rock, con su hija y nietas me partió el corazón de profunda felicidad, ver padres con sus hijos pequeños y adolescentes eufóricos enloqueciendo con los temas me hizo reflexionar sobre nuestra situación actual, en la que llegué a la conclusión de que nuestro país no está perdido.
Cuando creciste con la mentalidad de que nadie quiere a Paraguay, todos subestiman a este país y tener a un artista, leyenda del rock y de la música en general pisando suelo paraguayo, te hace recobrar la esperanza, de que hay mucho por hacer y mucho por vivir.
Gracias por seguir vivo Paul McCartney y venir a nuestro país. Gracias por tomarte el tiempo para dejarnos un mensaje de paz.
Canté, lloré, salté, grité... cada vértebra adolorida vale la pena.
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