viernes, 13 de agosto de 2010

Mamá


Mamá es una de las mujeres más sexies que conozco, sus enormes ojos verdes son cautivantes, son mágicos, sus pestañas largas abanican el aire volviendo torbellinos los suspiros de todos los que la pudieron contemplar en su delgada juventud.
Mamá tiene cáncer, hace seis cortos meses se le diagnosticó, dejando en mi corazón un miedo que ni el mismo demonio sería capaz de hacerme sentir... el miedo más horrible de todos, el más cruel, el único capaz de hacerme sentir pequeña, más de lo que soy.
Tengo miedo de quedarme sin mamá, de quedarme sin mi héroe, de quedarme sin luz...
Mamá es una mujer que ve las cosas a través de un caleidoscopio mágico, a parte de ser una bruja, porque siempre hizo magia para pagar la Ande, Copaco, hacerme terminar a mi y a mi hermana en un buen colegio de la capital, y hasta el día de hoy hace magia para que nunca falte comida.
Mamá hasta el día de hoy sueña con ser sicóloga, sueña con encontrar al amor de su vida y sueña con volver a viajar a Buenos Aires. Y me pongo a pensar que éste cáncer de mierda no tiene derecho de robarle sus sueños, ni de robarme a ella.
Recuerdo cuando llegó al IPS en una ambulancia de los Bomberos de Lambaré, toda chiquita y pálida al bajar en camilla envuelta en su larga cabellera rubia y en una toalla me pregunta: - Me veo sexy? - ... quiero ser como mamá, quiero bromear aunque haya tenido una hemorragia de 10 días, quiero bromear hasta morirme.
La larga cabellera ya no está, pero ella siempre está esperándome despierta para calentarme la cena.
Gracias al cáncer mamá se reconcilió con su hermano, y mi tío me mostró que también podía llorar. Mi abuela la cuidó como si todavía mamá estuviera en pañales, y muchas personas que la lastimaron hoy le dan una mano.
Gracias al cáncer conocí a personas que valen oro, y que dieron su sangre y sus mejores deseos para que mamá mejore.
Gracias al cáncer mejoré un poquito mi carácter, y me recuerdo todos los días que debo ser mejor hija.
Hoy en día me pongo a pensar qué sería de mamá si hoy fuera el Presidente de la República, y sólo me respondo que muchas personas le estarían deseando la muerte, y deseando que sufra, y deseando que sea pronto.
Yo no le deseo esto a nadie, sólo deseo que el estado invierta en las vacunas para prevenir el cáncer de cuello uterino, que aqueja a la mayoría de la población femenina paraguaya, cuando una mujer con cáncer de cuello uterino fallece en Paraguay, el Estado es responsable, y la Salúd Pública también. Deseo de todo corazón no llegar al día en que culpe a estos por dejarme sin mamá.
Mientras tanto sigo alimentando sus sueños, y sigo alimentando mi alegría de tener conmigo a mamá.

lunes, 2 de agosto de 2010

Alfajor




Señores... he engordado.
Pensaba que la culpa la tenía el cigarrillo porque al caminar sentía que me faltaba el aire, hasta que el día de hoy, un amigo me dijo: "Tite, en la foto salís hinchada", a lo que le respondí: "Estoy gorda".

Desde que tengo memoria, bueno, con la memoria no soy buena, mejor dicho "desde que tengo uso de razón", la edad del pavo no me dió por ser caprichosa, si no por acomplejada, me acomplejaba hasta el fondo del alma ser flaca. Flaca, flaca sin gracia, de corta estatura y flaca.

Recuerdo que las personas me preguntaban: Vos comés bien, almorzaste hoy?, tomás vitaminas? y quien sabe cuántas pelotudeces de vecina chismosa me preguntaban tal vez con la intención de averiguar si en mi casa se comía, si mis padres no me hacían pasar hambre, si era anoréxica y cosas así, aunque en realidad me causaban un daño inmenso, tremendo y en algunas ocasiones creí que sería irreparable.

Al menos una vez por semana llegaba a casa con los ojos hinchados de tanto llorar porque quería subir de peso. Lo anhelaba desde el fondo de mi corazón. Mi mamá me consolaba, me decía: Tite... yo era así como vos, no te preocupes. Y yo le decía: No creo que la gente haya sido cruel contigo como es conmigo. Y esos episodios se repetían semana tras semana, año tras año.

En un país como este, carnívoro, churero y carnicero... la carne es lo que importa, piernas, muslos, cadera, culos y tetas por doquier es lo que exige la sociedad masculina, y fui víctima, si, una más del montón.

Recuerdo a algunos compañeros en el colegio que me decían, aún no entiendo con qué patética intención: Tenés una cara hermosa, pero tenés que ser un poco más gordita... así nadie te va a querer como novia... Y yo, pelotuda a la enésima potencia, les creía... a cada uno de ellos...

Las más lindas del colegio en aquel momento me parecían tapa de Popular y Crónica, dignas de ser colgadas en una gomería, pero a los hombres se les caía la baba. El día de hoy aquellas gacelas me parecen elefantas, vacas, rinocerontes y ballenas porque el metabolismo se les detuvo hace años y no pudieron soltar la empanada, la croqueta y la butifarra. A mi también se me detuvo el metabolismo, y me dí cuenta de eso HOY.

Si, estoy subiendo de peso, y estoy agradecida, una talla más en el pantalón no me asusta, al contrario, ya no voy a sentir los huesos de mi trasero cuando viajo en el colectivo, ya no voy a congelarme de frío por falta de grasa corporal, y mi novio va a sentir que abraza a un peluche y no un cuaderno de 20 hojas.

Me hubiera gustado engordar un poquito más arriba, dos tallas tal vez en el sostén, pero el milagro no se dio.

A mis compañeros de colegio que me hicieron sentir mal por delgada les digo: Tienen el peor gusto del universo y la naturaleza les cobró hace años lo que se exedieron con la cebada, yo no les daría pelota jamás en la vida, no porque la entrada que tenían hace años ahora ya es una pelada, si no por ser tan mediocres, retrógrados y considerar a las mujeres como un asado de fin de semana. Novios no me faltaron y no me falta. Y la autoestima la tengo bien alta.

A todas la mujeres les digo... bellezas, no se acomplejen por el peso, asegúrense de tener primero algo en el cerebro.

Mientras tanto voy a buscar donde guardar este bultito en verano... igual, no me estreso. En nombre de todas me trago un alfajor.