jueves, 18 de diciembre de 2008

Galletitas Danesas.

Era cerca del medio día, el ventilador daba lentas y eternas vueltas en el techo, y el sudor se había apoderado de mi cuerpo, dejando caer algunas gotas saladas sobre la almohada. Quise levantarme de la cama para ir a tomar un vaso de agua, pero la siesta me recibió con una tremenda caída, y no pude apoyarme en el suelo con las piernas.
Mis piernas habían sufrido en algún momento de la noche un cambio inexplicable:
Una piel gruesa y transparente había envuelto a mis piernas haciendo que se pudran y que las carnes se junten entre sí, dejándome como una sirena tenebrosa. El susto me impedía gritar en busca de ayuda, o el mundo se había quedado sordo. Me arrastré con mil ideas en la cabeza buscando alguna explicación para tal mutación, no podía entender, si a la noche me encontraba regando las plantas del patio y jugando con los gatos, y ahora estaba paralizada envuelta por esta cosa extraña.
Sólo pude llegar a la cocina, y al ver sobre la mesada una lata de galletitas danesas me invadió un hambre animal en la que tuve la sensación de que si una migaja cayera sobre mis manos me terminaría comiendo hasta los dedos.
- Galletitas danesas?, pero esa nunca la compramos.

Y desperté.
Me levanté de la cama porque definitivamente tuve una pesadilla, en la que me dio antojo de comer galletitas danesas y fui en busca de ellas para deleitarme con ellas, decidí acompañar su degustación con un inmenso vaso de leche.
- Mmm… delicioso.

Me atraganté con un inocente trozo, hasta que comenzó a faltarme el aire y sentí que se me salían los ojos hacia afuera, luego ya no veía nada, el vaso hizo un ruido mojado en el piso y las galletitas habían caído sobre mis pies, mis ojos rodaban en el suelo y mis dedos se incorporaban a los huecos que dejaron en mi rostro estos. Me agaché delicadamente y buscaba suave pero desesperada dos bolitas húmedas y blanditas, las encontré y las reincorporé en los huecos, los acomodé bien y los vidrios que se incrustaron en ellos me estaban cortando la piel del rostro, pero lo importante era que veía, y que podía ir en busca de atención médica. Hasta que escucho unos maullidos desesperados, eran mis gatos que se estaban asando en el horno, los mismos con quienes estaba jugando la noche anterior; cerré los ojos con fuerza y explotaron en mi quedándome completamente ciega, con vidrios y gotas de leche impregnadas en el interior de mi cabeza.

Y desperté por segunda vez.
- Miauuuuu, maullaba el gato, entrando por la ventana.
- Gato de mierda, casi me das un infarto.
Y lo acaricié hasta ganarme uno de sus ronroneos. Y comienzo a reír nerviosa por sobresaltarme con las pesadillas, y todo por causa de galletitas danesas – jajajaja- reí despacio.
Me reincorporé a la realidad despacio, fui a lavarme la cara y a cepillarme los dientes, me arreglo el cabello sin peinarme, sólo para sacarme de los ojos y ver mejor, y me doy cuenta de que tengo algo raro en uno de ellos, era algo que podía ver que se escondía detrás del globo ocular. No lo puedo creer, me tiemblan las piernas y el temblor se extiende hasta mis manos, acerco los dedos a mis ojos y trato de observar cuidadosamente, muevo el ojo para tratar de sacarlo y salió con mucho dolor un pequeño diente canino.
- Del gato?- me dije, y busqué a los tres para ver a quien faltaba uno de los caninos.
Encontré a los tres lamiendo las migas en una lata de galletitas danesas.

- Bastaaaaaaaaaaaaaa!! Grité.
Me levanté corriendo de la cama, salí al patio, miré al cielo y comencé a golpearme el rostro, a estirarme el cabello y a caminar sobre piedras para convencerme de que estaba despierta de verdad y en el mundo real. Donde no despertás sirena ni se te caen los ojos ni revientan y tampoco encontrás un diente de gato. Me miré en el espejo del baño un poco miedosa pero feliz de que uno de mis ojos no era transparente.
- Estoy bien, me dije.

En eso veo que llega mamá, me sentí tan feliz, tan segura. La respiración se estaba calmando y me estaba despabilando.
- Hola mami, que tal te fue en el trabajo?
- Bien hija, mucho calor –sonríe, beso- mirá, traje para el almuerzo, milanesas. Y de postre… galletitas danesas.

FIN.

3 comentarios:

[...] dijo...

sin aliento... adoré este cuento, mis más sinceros aplausos...

Rene Ramos dijo...

muy bueno anita en serio....jaja este relato!! en el laburo ya creen que estoy loco, poruqe me rio o asiento con la cabeza cuando encuentro algo interesantemente bueno... me pasó lo mismo con las galletitas danesas!

Topo dijo...

Yo creo que evitarías gran parte de estas pesadillas si te acostaras sin fumar papel diario o si dejas de mezclar leche con tiner, por lo menos antes de acostarte... a mi me funciona... ya no sueño con la sombra de Calé que me perseguia en mi otra casa.

Saludos